A día de hoy, la impartición de formaciones ha evolucionado muchísimo. Todavía se siguen viendo grandes masterclass donde el profesor recita el temario y los alumnos toman apuntes, pero cada vez más el modelo de formación se decanta hacia una vertiente más dinámica. Por ejemplo, las nuevas masterclass se dividen en un 80% centrado en la teoría y un 20% a analizar ejemplos de casos prácticos y trabajar sobre ellos, mientras que los workshops se centran 100% en la resolución de actividades.
Además de estos dos ejemplos, podemos encontrar muchas otras formas de dinamizar nuestras clases. A continuación, os listamos una serie de actividades y herramientas para mejorar vuestras formaciones.
No inventamos nada nuevo, la explicación del formador es la base principal de todo curso. Puede ser solamente verbal o apoyada en otros materiales como vídeos, presentaciones o en pizarra.
¿Cómo podemos mejorar estas explicaciones? Primero debemos captar la atención de los asistentes, un buen icebreaker es siempre una buena opción. Ayuda a poner en contexto a los asistentes y que estén más predispuestos a escuchar y a participar además de activar el conocimiento previo que tienen los asistentes de esa materia.
Una dinámica interesante es empezar la clase con un relato próximo que haga de enlace con el tópico del curso. Si queremos motivar a los asistentes a que participen, podemos empezar la formación con una ronda de preguntas individuales conducentes, relacionadas con la temática del curso o crear una red de palabras relacionadas con el tópico para ver las perspectivas que tienen los participantes respecto el curso.
También podemos apoyar nuestra explicación con una presentación, así ofrecer una mejor comprensión y gestión de la atención de los alumnos. Recuerda que las presentaciones tienen la función de apoyar, no explicar. No se trata de plasmar todo el contenido de la formación en ellas, sino de aquellos puntos más relevantes que queremos que llegue al participante.
A través de los casos podemos ejemplificar la teoría impartida a través de problemáticas de empresas reales o experiencias personales. No solo sirve para poner en contexto lo aprendido, también es un buen mecanismo para generar debates y comparativas.
Podemos ofrecer nosotros estos casos o trabajar con los casos personales que nos aportan los participantes así les será más fácil ver las aplicaciones posibles de la impartición.
Las modelizaciones nos permiten apoyar las explicaciones a través de un esquema, así mejorando su entendimiento. Hay decenas de formatos y herramientas para realizar esquemas. El libro Good Charts de Scott Berinato te ayudará a convertir tus gráficas en visualizaciones efectivas para transmitir tu idea. Uno de ellos es el Business Model Canvas, un modelo sencillo y visual para analizar modelos de negocio. Creately.com es una increíble herramienta muy útil para realizar esquemas, con más de 50 formatos, tiene un uso muy intuitivo y permite crear esquemas en tiempo real. También puedes encontrar editores online como Popplet o Blubb.us.
De las posibles actividades realizables en las formaciones, los debates son las más sencillas de realizar, pero se pueden obtener unos resultados muy buenos. Para que surjan buenos debates, es importante que haya diferentes visiones de un tema entre los asistentes. Para ello, una posible dinámica es dividir al grupo en dos puntos de vista, independientemente de su preferencia personal. Entre los miembros del mismo grupo deberán buscar puntos que los apoye en su debate para así exponerlos en frente al equipo oponente y a la vez poder rebatir los puntos del otro. Es importante que en los dos grupos haya un representante, quien pondrá voz al equipo, y que tu, el formador, asuma el rol de moderador para facilitar la discusión y hacer un cierre que vincule las opiniones de los asistentes con el tema de la formación.
La idea de estos ejercicios es que los participantes pongan en práctica lo aprendido a nivel individual, resolviendo una tarea por su cuenta. El enunciado del ejercicio debe ser claro, explicar qué quieres que hagan y cómo. Esta actividad es útil cuando el tema de la formación está relacionado con habilidades individuales, como puede ser la organización o la escritura. El resultado puede ser presentado al resto de los asistentes, ser corregido por el facilitador, o quedarse como una reflexión personal.
Los asistentes se agrupan en grupos más o menos pequeños para resolver una tarea, que puede ser tan sencilla como una puesta en común o más compleja como desarrollar un proyecto. Este tipo de actividad mezcla los ejercicios individuales con los debates, ya que para resolver la tarea, los miembros del equipo se tendrán que poner de acuerdo en un mismo resultado. Estas dinámicas favorecen las relaciones y el trabajo en grupo, así que puede ser interesantes realizarlas con grupos de trabajo ya establecidos. El resultado será presentado delante de la clase o corregido por el formador.
En la red podréis encontrar una gran cantidad de recursos para crear dinámicas grupales, como por ejemplo la recopilación de Dinámicas de Grupo de Ricardo Vilafaña o el Manual de Técnicas y Dinámicas de María Jesús Gómez Hernández.
Para poner a prueba los conocimientos aprendidos de los participantes o para generar debate entre ellos, podemos crear encuestas en directo. Existen herramientas como Mentimeter o Kahoot que permiten crear test online con los que se puede participar a través de los dispositivos móviles o ordenadores. El formador proyecta las preguntas con las posibles respuestas y los participantes deben escoger la correcta. Tiene un punto de gamificación, pues se genera un ranking de puntos.
Otras herramientas como Playposit o HapYak permiten integrar test, encuestas y otras funcionalidades en vídeos, permitiendo a los estudiantes y al profesor valorar el nivel de conocimiento y entendimiento del temario.
El roleplay consiste en ponerse en la piel de alguien para resolver un reto. Esta dinámica ayudará a los participantes a tomar perspectiva de diferentes situaciones y aprender nuevos puntos de vista y nuevas formas de actuar relacionadas con el tema. Por ejemplo, en una formación sobre dar feedback, es importante que sepamos cómo se siente la persona que recibe el feedback.
Esta dinámica también se trabaja mucho en los ejercicios grupales, donde para llevar a término una tarea, los miembros del equipo deben adoptar roles determinados, normalmente alguno con el que no estén familiarizados.
La gamificación no es una actividad en sí, es más bien una mecánica para complementar la formación y motivar a los participantes. Como el nombre indica, la gamificación convierte las tareas en retos, y a través de la competición se conseguir puntos para subir en el ranking y ganar premios. Esta técnica permitirá captar la atención de los asistentes y que se involucren más en el curso y en las actividades. Recuerda, no se trata de jugar, se trata de aplicar las mecánicas de los juegos en las actividades de la formación.
Hoy en día, todo el mundo cuenta con una cámara integrada en su móvil y podemos grabar vídeos con facilidad. ¿Y si utilizamos este formato para que los alumnos se involucren más con los contenidos? Se trata de dinámicas grupales e individuales donde los alumnos deberán grabarse explicando el tema o resolviendo un ejercicio. Esto también servirá como recopilatorio de la formación tanto para el alumno (apuntes) como para el formador (ejemplos de ejercicios).
En conclusión, el contenido debe estar alineado con los objetivos de la formación y debemos buscar formas y métodos que se adapten a este y que faciliten su asimilación. No todas los tópicos son partícipes a debate como otros no lo son para la gamificación. ¿Cual es tu método ideal?